“Un
paisaje no lo es,
si
un ser humano no lo admira”
El
23 de febrero del 2007 se creó el Paisaje Protegido de la Serra del
Maigmó y Serra del Cid,
dando por hecho que, por arte de birlibirloque, quedaría constituido
el Consejo de Participación. Nada más lejos de la realidad.
Desde
entonces luces y sombras y un río revuelto donde sólo pescan las
escopetas. Mientras, al ciudadano contribuyente __léase
“el pagano” por activa y por pasiva (vía impuestos y
sanciones)__
se le ha venido obsequiando con una colección de literatura coactiva
en infumables muestras carteleras que van desde la iconografía
infame, a beneficio de herederos del sr. Conde, hasta una jerga
legalista que se solapa, nadie sabe a capricho de quien, decreto
sobre Ley y decreto sobre decreto, hasta conseguir pelearse con la
Constitución Española, pues en ninguno de sus magnos artículos
encontraremos la “Ley del embudo” reinante en el territorio donde
existe el derecho para unos y la prohibición para los demás.
Así,
hemos venido sufriendo todos los ciudadanos en general y en
particular los distintos colectivos montañeros el atropello
continuado, hasta límites delictivos, ignorándosenos salvo cuando
hemos hecho falta para apagar incendios, limpiar o repoblar el monte.
Demasiados
años de incompetencias y desmanes sobre este paisaje, e injusto
trato sobre los colectivos que le dimos sentido (reconocido en el
decreto de constitución), a este territorio que quiere estar
protegido sin que nos pongamos de acuerdo contra qué. Díez años y
nueve meses para un parto, donde los sucesivos comadrones y
comadronas de Catí han estado de vacaciones.
Pero
ahora, desde el 14 de noviembre, toca hacer borrón y cuenta nueva.
Si aquel decreto fue papel mojado un 23 F __que
ya tiene guasa el día__
ahora el santoral celebraba a San Juan de la Cruz (1542-1591) y tal
vez por ello, mientras escuchaba a la presidenta su discurso
inaugural, citando a los montañeros, sus bondades y “maldades”,
para obviar los males de la propia administración y de los que
acaban con la vida animal, me acordé de unos versos del Santo y su
célebre “Cantico
espiritual”:
“Mi
amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas
extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos;…”
En
la mesa se hablaba de intereses ganaderos, agrícolas y madereros;
subvenciones y presupuestos pero nada, o muy poco, sobre las montañas
y los hombres que las aman y le han dado carta de naturaleza.
“Un
paisaje no lo es, si un ser humano no lo admira”
Algo
aturdido por incongruencias varias escuchadas, mi única intervención
fue para preguntar cómo se había llegado a la conclusión
lingüística de Serra del Sit,
cuando todo el mundo la conoce como Cid,
tanto en la cartografía como en los miles de entradas en Internet;
interesante cuestión toponímica la cual, desde nuestro interés
cultural, hemos solicitado se nos informe, tema sobre el que no me
extenderé aquí pues da para futuros artículos sobre la
valencianización a ultranza del territorio.
El
argumento que recibí fue “porque
así lo dice el decreto de constitución del Paisaje”,
un decreto con el que han estado yendo al escusado todos los
sucesivos conselleres y conselleras desde hace diez años y nueve
meses ¡Manda huevos!, que diría Trillo. Agradezco que la Sra.
presidenta hiciera constar en acta mi pregunta a fin de ser
consultada a quién corresponda, cuya respuesta espero verídicamente
razonada, alejada de espurios intereses valenciano-lingüísticos.
Remató
la tarde de oscuros presagios el comentario __por
lo bajini__
de uno de los convocados. “Déjate
de historias y
disertaciones.
Aquí
hemos venido a ver que se saca” y me
acordé del viejo Botas Negras y sus Tribus Montañeras y pensé que
si no se entra en razones alrededor del interés principal, tendrán
que regresar los hijos de Manitú
con el
propósito firme de no volver a consentirle, a nadie, que sigan
jugando con el pueblo desarmado.
Juan Manuel Maestre Carbonell
Presidente
Grupo Literario Cuentamontes
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