Los
gnomos del Cid, unos personajes creados para la Gala Cuentamontes en
2008 convertidos en un clásico.
Casi
un millar de fotografías se deslizan lacónicas, como gotas
memorables de un día inolvidable. Ya ha pasado un tiempo y puedo por
fin sentarme delante de mi ordenador, nunca mejor dicho, a ordenar
mis recuerdos y esas “chispas” electrónicas a las que la
ausencia del celuloide no ha restado la esencia de lo imperecedero,
plasmado en imágenes. En mi memoria quedan, rebotando cual banda
sonora de aquella noche, las últimas palabras de Oscar Santos
González, genial ideólogo de los inicios de nuestro excursionismo y
también de la reciente historia eldense; unas palabras que yo mismo
pronuncié en mi oratoria de despedida mencionando un sueño feliz
que intentaba dejar en el ambiente de nuestro cálido Teatro Castelar
la idea de un paralelismo, que asumo, pocos habrán entendido.
Siendo
consciente de que bajo aquellos focos, entre altas bambalinas,
reunimos a lo más sobresaliente de las artes, las letras y los
deportes de montaña, extraordinarios hombres y mujeres que todos
pudimos ver, lo que se trasluce entre reflejos y destellos de luz,
son las oportunidades que semejantes sinergias allí presentes se
ofrecen al espíritu inquieto y creativo que habita entre nuestras
montañas y del que ambas poblaciones, en este Valle asentadas, han
dado ya sobradas muestras. Ellas, las oportunidades, se manifiestan
pausadamente, como pequeños pasos sobre la ladera de un ocho mil,
necesariamente lentas para no asfixiar la propia capacidad reflexiva;
tienen la mirada puesta en un sueño tan alto como la cima de una
gran montaña y tratan de hincar crampones sobre una pendiente tan
resbaladiza como el tiempo de la política que las acompaña.
Tal
vez sea la ilusión que llega cuando el camino recorrido ha dado la
confianza necesaria para creer que tal aspiración es posible, que no
fue fácil llegar ante el último resalte que nos separa de la cumbre
y de una nueva conquista colectiva, pues nunca el éxito es exclusivo
sino del grupo y Cuentamontes ha logrado reunir a ese pelotón de
“conquistadores de lo inútil” capaces de colocar los sueños
delante de la realidad y enfrentarse a ella para poder gestionarla.
Y
todo ello no es más que el puro reflejo del espíritu montañero, el
mismo que supo crear una Ciudad Deportiva para los jóvenes, ante la
pasividad administrativa de la época; el que creó un Parque de
Montaña para las familias, ante la falta de solidaridad gubernativa,
un espíritu que siempre ha tenido que luchar a espaldas de los
gobernantes de turno para poder crecer como pueblo, para modelar una
parte de la identidad de estas ciudades que muchos han olvidado que
nacieron al pie de las montañas. Hoy la política y los políticos
se muestran más cercanos y es el momento de ver cuánto han
aprendido de una historia que en nada les favorece, a la hora de
entender todo aquello que no sea fiesta y más fiesta. Es el momento
de ponerse las pilas, trabajar y apostar por una seña de identidad
cultural que es natural y muy nuestra, porque ha nacido aquí con el
esfuerzo de nuestra gente… O vendrán otros que se llevarán
también esta nueva iniciativa, como ya se llevaron aquella otra seña
de identidad que un día fue la FICIA.
Culminaré
mi ensoñación con el aplauso al conjunto de equipos de trabajo que
han hecho posible esta novena edición, hombres y mujeres que han
cumplido los objetivos de protocolo de bienvenida (C.E. de Petrer),
realización técnica y artística (Cuentamontes y Alpino) y
protocolo de asistencia a los numerosos invitados llegados desde
toda España (C.E. Eldense), todos unidos bajo una idea común:
demostrar la idiosincrasia hospitalaria de esta tierra y su cultura
montañera por todos apreciada.
Juan
Manuel Maestre
Presidente
de Cuentamontes